lunes, 5 de diciembre de 2016

Los viejos mercados

La entidad administradora de los 11 mercados públicos de Barranquilla, Promocentro, se encuentra en una situación difícil. Esperemos que el Distrito acometa pronto su plan previsto de recuperación de esas plazas.
Uno de los espacios fundamentales en cualquier ciudad que se precie de tener alma es –o debería ser– el mercado público.
Las buenas ciudades, las que cumplen a cabalidad su cometido   como aglutinador de colectivos humanos, se miden por la calidad de sus mercados públicos y por el volumen de  afluencia de personas a esos centros de acopio.
En su mejor sentido urbano, el mercado no debería limitarse a ser el sitio donde los ciudadanos realizan transacciones de compra-venta. Si el espacio está bien concebido, si resulta realmente atractivo para los habitantes de la ciudad, también está llamado a desempeñar un papel de ‘ágora’, como denominaban los antiguos griegos sus extensas plazas que lo mismo servían para cerrar transacciones comerciales que para conversar sobre lo humano y lo divino.
Barranquilla tiene once mercados públicos, algunos de los cuales –Barranquillita, el de Granos, etc.– forman parte del patrimonio sentimental de la ciudad. Sin embargo, la situación en que se encuentran no es la más alentadora.
Según una información publicada por este diario en su edición de ayer, la entidad pública encargada de la administración de los citados mercados, Promocentro, no está en condiciones de garantizar el buen funcionamiento de las plazas.
El organismo arrastra deudas laborales por $10 mil millones, incluidos salarios moratorios, cesantías. Primas de Navidad y obligaciones con cajas de compensación. Por lo visto, los ingresos de Promocentro, procedentes del alquiler de los puestos a los comerciantes, resultan insuficientes no solo para responder a los 81 trabajadores en nómina, sino para acometer obras perentorias de mantenimiento en los inmuebles.
El gerente de Desarrollo de Ciudad del Distrito, Jaime Pumarejo, aseguró que el plan de recuperación del Centro incluye el rescate de los mercados públicos, para lo cual está prevista una inversión de $35.000 millones. Antes, el Distrito deberá decidir la suerte de Promocentro: si lo liquida o lo reestructura.
Confiamos en que así sea. Los viejos mercados públicos se enfrentan, sin duda, a la competencia de las grandes y modernas superficies comerciales. Sin embargo, en nuestra opinión, existe espacio para todos, porque se trata de distintas aproximaciones al ejercicio de comprar.
No hay más que echar un vistazo a las ciudades más desarrolladas para constatar cómo coexisten los novísimos centros comerciales con los vetustos mercados de toda la vida. Eso sí, bien conservados y, en ocasiones, sometidos a inteligentes reformas arquitectónicas para adaptarlos a las exigencias de los tiempos actuales.
Vale la pena recuperar los mercados. El Distrito hará bien en seguir por esa senda.

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