viernes, 10 de marzo de 2017

Sobre el sensacional mercado de Tlalpan

Este lugar es la posibilidad de conocer personalmente la época porfiriana.
Viviana Cohen
Un mercado al sur de la capital, que te llevará a otro tiempo.
A pesar de los cambios constantes en la fisionomía de la Ciudad de México, resulta fascinante asegurar que todavía hay lugares que parecen no haber sido tocados por el tiempo y conservan la esencia, las costumbres y los inmuebles de la época en la que fueron construidos.
Uno de esos sitios es por supuesto el Centro de Tlalpan, una plaza sureña de otra época que está rodeada por una iglesia del siglo XVI llamada San Agustín, por un Palacio Municipal; hecho por el famoso arquitecto Antonio Rivas Mercado y por un interesante mercado que aún conserva sus características originales.
El Mercado de la Paz es uno de los más antiguos de la capital mexicana. Su construcción, hecha a base de piedra roja, empezó en 1898, y su inauguración se llevó a cabo un 20 noviembre del año 1900; el listón lo cortó el mismísimo Porfirio Díaz, que se paró frente a la misma fachada que está en pie hoy, y celebró la llegada de este lugar a la capital.
En sus inicios, este recinto comercial era muy importante para las personas que vivían al sur de esta metrópoli puesto que era el único mercado que había en la zona y abastecía a todas las poblaciones foráneas, (Topilejo, Chicalco, San Pedro) cuyos habitantes iban ahí en ferrocarril a comprar leña y a admirar una hermosa fuente adornada con cabezas de león que estaba en el centro del sitio.  
A pesar de todos los cambios que han traído los años, el Mercado de la Paz conserva el piso negro de los primeros días, unas columnas de cantera preciosas y 161 puestos  atendidos por familias que han permanecido en este lugar al menos cuatro décadas y si uno se acerca estas personas le pueden contar historias asombrosas de la Ciudad de México.
En sus locales, en Mercado de la Paz  ofrece el color y los olores clásicos que viven en los comercios folclóricos de la capital mexicana: frutas frescas, verduras sembradas en el campo de nuestro país, hierbas que curan toda clase de enfermedades del cuerpo y del alma, zapatos, disfraces, piñatas y esas chucherías que uno no planeaba comprar, pero que a la salida están inexplicablemente en la bolsa.
Además, en el Mercado de la Paz se puede degustar lo mejor de la gastronomía nacional en las fondas y puestitos que hay en su interior. Comida hecha por manos expertas que conocen de memoria las recetas más emblemáticas de México y las preparan como nadie.
Es muy recomendable probar el caldo tlalpeño hecho ahí. Se trata de una sopa deliciosa originaria de Tlalpan, creación de una marchanta oriunda de la delegación que tenía fama en el barrio de preparar los mejores caldos por su sabor y porque les agregaba: chipotle, queso, aguacate y garbanzo.
Visitar el Mercado de la Paz, es una oportunidad estupenda para disfrutar de uno de lugares más hermosos e históricos que hay la capital mexicana. También es la posibilidad de apoyar el consumo local, una acción necesaria en estos tiempos de incertidumbre.

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