La gran ciudad de México es por
vocación un inmenso mosaico cultural de espacios comunitarios, héroes
callejeros, celebraciones íntimas, mujeres luchonas, pueblos, colonias y
barrios fiesteros, tronido de cuetes, ferias y, por supuesto, carnavales. Así,
irrumpiendo la rutina de los días, pintando de colorido las calles de siempre y
acompasando el andar con danzas y músicas atemporales, mujeres, hombres,
abuelas y abuelos, niñas y niños inundan paseos y arterias viales para anunciar
a todos que la fiesta ha llegado. No cualquier festividad, sino la de carnaval,
la que todo lo invierte, la que reconstituye, la que precede en muchas
ocasiones al primer Miércoles de Ceniza, pero en muchas otras se extiende sobre
un calendario cubierto de nuevas jornadas. La memoria popular sobre esta fiesta
hunde sus raíces en los tiempos en los que el presidente Juárez luchaba por
combatir a los traidores de la patria. Anclados en aquella época, los recuerdos
de los primeros carnavales articulan una mitología que lo mismo retrocede a los
tiempos del arribo de los aztecas al Altiplano Central que a escenas de la vida
campesina porfirista y surgen como respuesta a los intentos de modernización de
los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Sin embargo, pese a sus
diferencias cada una de estas versiones del origen recupera el sueño
igualitario de la inversión de roles, que tiene como fin alterar el orden
habitual del mundo, para terminar la fiesta con un acto restaurador donde se
castiga a los transgresores de los preceptos morales. Luego de escuchar los
distintos testimonios de la defeña comunidad carnavalera quedan también de
manifiesto los nexos familiares que unen a los moradores del Distrito Federal
con quienes habitaron y habitan los estados de Tlaxcala, Morelos, Guerrero,
Hidalgo y el circundante Estado de México, entre otros. Vínculos que por cierto
fueron construidos sobre rutas comerciales y mercados regionales donde la
Tierra Caliente, Costa Chica y Costa Grande, el Valle Poblano o la costa
veracruzana siguen vivos en el imaginario colectivo...
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