William Chacón Dom,
10/22/2017
Las calaveritas de azúcar son uno de los
elementos que no pueden faltar en un altar de muertos. Su origen se remonta a
la época prehispánica, cuando los pueblos indígenas elaboraban cráneos de barro
o labrados en piedra, algunos con semillas de amaranto y miel de maguey.
Hay aspectos poco conocidos de estos
tradicionales dulces. Algunos historiadores dicen que algunos conventos los
elaboraban en moldes hechos de barro, para posteriormente decorarlos con betún
de clara de huevo, azúcar y colores vegetales.
Es hasta el siglo XVII cuando comienzan a
hacerlas en pasta de alfeñique y de azúcar. Una mezcla de azúcar, clara de
huevo, jugo de limón y una planta llamada chautle.
Historiadores comentan que al paso del tiempo los
ingredientes para elaborar las calaveritas de azúcar han ido cambiado, debido a
la presencia de diferentes culturas en nuestro país, creando un sincretismo
tal, que dio origen a la forma que se conoce actualmente.
Hoy día, se pueden encontrar en todos los
mercados públicos en grandes cantidades. No hay lugar donde las calaveritas de
azúcar no lleguen, convirtiéndose en un elemento principal del altar de
muertos.
Varios son los locales que saltan a la vista por
el gran colorido que forman las calaveritas colocadas en cajas o rejas. De
todos los tamaños y colores, brillan y adornan los pasillos de estos centros de
abasto.
No hay crisis económica que cuente, estos dulces
no pueden faltar en las celebraciones del día de muertos, gracias a que las
elaboran en diferentes tamaños y los precios son muy accesibles, ideales para
todos los bolsillos.
Hay desde tres por 10 pesos, dos por 10 pesos,
15, 18, 25 y hasta 35 pesos, las de tamaño considerable. Por supuesto que los
precios varían en cada local, pero hay que aceptar que no es nada caros comprar
estos deliciosos y tradicionales dulces.
En Tuxtla Gutiérrez, en el Mercado de los
Ancianos, la señora Guadalupe vende artículos de bonetería, regalos y ropa
desde hace más de 30 años. Hace 10 aproximadamente comenzó con la venta de
calaveritas de azúcar.
Cuenta que al darse cuenta que en ese entonces se
vendía en pocos lugares, pensó que sería una buena opción para generar más
ingresos, tomando en cuenta que el día de muertos es una de las tradiciones más
celebradas en Chiapas y todo México.
En efecto, la venta resultó un éxito, por lo que
decidió implementar la vendimia cada año. En su caso trae las calaveritas desde
el Distrito Federal, ahora Ciudad de México. Muchos otros desde Toluca.
Al pasar de los años sus clientes incrementaron
considerablemente, incluso otros locatarios del mismo mercado y otros en la
ciudad, la buscaban para hacerle pedidos y ellos también pudieran vender estos
ricos dulces.
Fue así que como empezó a comprar por millar,
tanto para surtir los pedidos como para vender en su local. Y es que dice que
los venden por millar, porque las hacen en máquinas especiales, ya no a mano,
sino “no funcionaría el negocio”.
Comenta que no sabe si alguien en Chiapas las
elabora. “Nunca he sabido que las hagan aquí en Chiapas. Porque se necesitan
maquinas especiales, sacan por millares, no por unas cuantas. Yo he comprado
hasta dos millares”.
La señora Guadalupe, platica que a pesar de las
crisis económicas las calaveritas de azúcar se venden como pan caliente cada
año. Seguramente porque son baratas, dice, y porque se trata de una tradición
muy celebrada. “Nadie olvida a sus difuntitos, todos le ponen su dulcecito, su
calaverita, algo pequeño aunque sea”.
Este no es la excepción, aunque en su local tiene
un estante lleno de calaveritas de azúcar de todos los tamaños, dice que ya
vendió casi todo lo que compró, para lo que incluso requiere de una bodega para
guardar.
Al menudeo, añade, que se vende lento, pero en
los últimos días de octubre la gente busca las calaveritas, las de azúcar, de
amaranto y hasta las de chocolate.
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