domingo, 29 de julio de 2018

Buscan rematar el Mercado de Frutas con un cuestionado acuerdo de Concejo


¿Privatización? Concejo de La Victoria acordó finalizar este proceso que lleva 20 años. Sin embargo, el local se encuentra embargado por una deuda con la Caja Metropolitana de Lima. Piden aclarar situación.
28 Jul 2018
El concejo del distrito de La Victoria aprobó, la mañana del jueves último, el remate del conocido Mercado Mayorista de Frutas N° 2, el cual abastece a la mayoría de mercados minoristas de la ciudad.
En la sesión extraordinaria presidida por solo seis regidores se acordó la rápida tasación del local, tomando en cuenta la Ley de Privatización de los Mercados Públicos.
Según el regidor Marco Castro León, el responsable de desarrollar este remate sería el Consejo Nacional de Tasaciones (Conata) que –mediante una audiencia pública– fijará el precio del local para que después el municipio de La Victoria proceda a vender el mercado a los comerciantes posesionados en la zona.
“Hace 20 años se inició la privatización. Desde ese tiempo, los dirigentes no pagan los arbitrios a la municipalidad. Por eso lo que se ha aprobado es un dictamen donde se ordena culminar el proceso de privatización, otorgando una titularidad a los comerciantes, bajo un reglamento”, comentó el regidor victoriano.
Sin embargo, Castro León comentó algo que causa mucha suspicacia para todos los vecinos de La Victoria: los comerciantes se comprometieron en donar al municipio un millón de soles para mejorar el ornato de la zona circundante.
“Así damos por finalizado el proceso de privatización. Es más, los comerciantes se han comprometido a hacer una donación de un millón de soles para las mejoras de los alrededores. Pero en mi opinión no se debería de aceptar así nada más, porque hay un mecanismo y este consiste en que el Concejo debe aprobar y presentar los documentos para hacer efectiva la donación”, comentó Marco Castro.
Pero ¿desde cuando un grupo de comerciantes hace una donación al municipio? Como se recuerda, el alcalde de La Victoria, Elías Cuba, ha tenido problemas de corrupción durante su gobierno. En noviembre del 2016 captaron a su hijo negociando cupos con ambulantes de la zona.

Gente en contra

Lo cierto es que el Mercado de Frutas, desde hace varios años, ha provocado problemas a las autoridades ediles. Este establecimiento comercial recauda 800 mil soles mensuales y este dinero no entra a las arcas del municipio mediante arbitrios y otros impuestos, porque precisamente está en proceso de privatización desde hace casi 20 años.

Mercado embargado

Hoy los vecinos se preguntan: ¿pero adónde va a parar todo este dinero? Actualmente, el mercado se encuentra embargado por una deuda de 200 millones de soles (incluidos intereses acumulados) con la Caja Metropolitana de Lima.
“La Municipalidad de La Victoria dio en garantía este mercado. Al parecer, se busca rematar el local para que se beneficie al mejor postor y se recaude la mayor deuda posible. Yo me pregunto: ¿los compradores serán todos los comerciantes del mercado o será solo un grupo?”, afirmó muy preocupado Guillermo Vivanco, empresario del emporio comercial de Gamarra, quien viene vigilando las acciones de la gestión actual.
Hay que tomar en cuenta que dicha Ley de Privatización indica que todos los locatarios tienen el derecho de comprar un puesto y no solo una junta directiva del mercado o un grupo empresarial.

Hablan comerciantes

Uno de los voceros de los vendedores de frutas, Lucía Carpio, explicó que el municipio de La Victoria tiene una hipoteca con la Caja Metropolitana, la cual no se paga desde hace 18 años, por lo que se negoció a “favor de los comerciantes”.
“El contrato no nos beneficia. Pone la propiedad en remate, y un tercero la puede comprar; con esto, más de 900 trabajadores se quedarían sin trabajo. Hay un grupo de seis personas que administran este tema. No vamos a salir de acá, vivimos de esta actividad”, comentó la comerciante.

sábado, 21 de julio de 2018

LOS MERCADOS COMO ESPACIO PÚBLICO / AGENDA URBANA

Desde la antigüedad, las ciudades en el mundo han creado mercados públicos como espacios para el intercambio de todo tipo de productos; algunos operan diariamente, mientras otros lo hacen algún día de la semana, fines de semana o días festivos. Algunos mercados se ubican al interior de edificios destinados para tal uso, mientras otros lo hacen al exterior en espacios temporales como estacionamientos, plazas, calles, parques, entre otros. Lo cierto es que los mercados existen desde que los seres humanos emprendieron el comercio, no sólo de alimentos sino de cualquier objeto que se pueda uno imaginar.
Se cree que los primeros mercados tuvieron origen en Persia, hoy en día Irán, hace miles de años, desde donde se extendieron al resto de Medio Oriente y Europa. Desde entonces, las autoridades locales establecían políticas para regular el intercambio comercial en zonas delimitadas, con la finalidad de crear las condiciones necesarias para esta actividad, lo que dio por resultado el surgimiento de los bazares, que no eran más que extensos corredores de puestos o tiendas de cada lado, cubiertos con diversos materiales para proteger a los comerciantes de climas extremos. Desde entonces, los mercados han evolucionado de diferentes maneras dependiendo de condiciones locales, como el clima, tradición y cultura. En muchos países, hacer las compras en un mercado continúa siendo una actividad cotidiana, e incluso en muchas ciudades los mercados son considerados patrimonio histórico, cultural o arquitectónico y un elemento importante de la vida local.
Sin embargo, la transformación de la industria alimentaria, así como los avances científicos y tecnológicos, han reducido la necesidad de las personas de comprar en los mercados locales, de manera que los grandes supermercados y tiendas de autoservicio han desplazado gradualmente a los mercados tradicionales. Es cierto que esta tendencia ha aumentado el acceso a una gran cantidad de productos desde cualquier lugar de una ciudad, por ejemplo, a través de cientos de tiendas de autoservicio a las que las personas pueden acceder a una corta distancia. Sin embargo, ni los grandes supermercados ni las tiendas de autoservicio reemplazarán lo que representa un mercado, más allá de la venta de alimentos u otros productos: un espacio público por excelencia que aporta no sólo sentido de pertenencia sino identidad a una ciudad.
Por ejemplo, el Mercado de la Boquería en Barcelona, inaugurado oficialmente en 1840, pero con orígenes en 1217, cuando puestos temporales se instalaban al aire libre para la venta de carne, es actualmente uno de los mercados públicos más antiguos y visitados de Europa. Localizado sobre la emblemática calle peatonal de La Rambla, el edificio consiste en una estructura de una antigua estación de tren y un almacén, y cuenta con una interminable red de tiendas y puestos. Además, a su alrededor se han establecido cientos de bares, cafés y restaurantes que atraen a miles de personas diariamente que disfrutan de una intensa actividad en el espacio público. Similarmente, en Chile, el Mercado Central, inaugurado en 1872, ofrece una gran variedad de productos alimenticios chilenos, además de artesanías, entre otros productos. El mercado alberga también decenas de restaurantes, panaderías, bares y cafeterías a las que acude una gran cantidad de personas todos los días. Más aún, el mercado cuenta con un amplio espacio para la convivencia entre amigos, colegas, familiares y sirve de espacio para transeúntes que buscan un lugar para pasar un momento del día. Es verdad, algunos de estos sitios han atraído una importante actividad turística, pero mercados como estos existen a lo largo y ancho de estas ciudades.
Existen también mercados flotantes que aún en la actualidad continúan siendo espacios de una intensa actividad. Tal es el caso del Cai Rang en Vietnam, no el único, pero sí uno de los mercados más populares del delta del Río Mekong en el Sureste Asiático. Ahí, cientos de pequeñas lanchas, canoas y otras embarcaciones navegan con cualquier cantidad de productos para vender, desde frutas o verduras hasta cerveza, refresco, ropa o maquillaje. Los vendedores atan sus productos a un palo o vara, mientras se acercan a alguna orilla para concretar alguna transacción con algún comprador. Y qué decir de la Ciudad de México, en donde existen mercados icónicos como el Mercado San Juan, la Merced o la Lagunilla, los cuales aún permanecen no sólo como centros de intercambio sino como espacios públicos vitales de la vida urbana.   
En conclusión, los mercados públicos han sido históricamente elementos importantes de las ciudades, y contribuyen no sólo a la actividad comercial sino también al encuentro, al descubrimiento, la convivencia, la integración y la interacción de la población en el espacio público, incluso en las ciudades globalizadas. Es decir, los mercados tradicionales son mucho más que alimentos; se tratan, como las ciudades mismas, sobre las personas: son algunos de nuestros espacios públicos más vitales. En Aguascalientes también deberíamos valorar, preservar e impulsar nuestros mercados tradicionales.

sábado, 7 de julio de 2018

Cinco paradas para comer rico en el Mercado de San Juan


El mercado de San Juan siempre es buena idea. Ya sea para la turisteada y la foto o para comer rico y abundante, este lugar es una buena parada en la ciudad. Tanto, que ya es emblema para locales y para extranjeros. Estamos hablando del Ernesto Pugibet, uno de los cuatro mercados del barrio San Juan, en el Centro, el que se edificó en lo que fue la bodega de la Cigarrera de Buen Tono. Se hizo famoso por su especialización en ingredientes poco comunes: desde quesos finos y carnes frías importadas, hasta insectos, percebes, langostas, flores comestibles, carnes de caza y comidas prehispánicas. Es un gran lugar para hacer el mandado fino –si traes buen billete– pero sobre todo es buen lugar para comer –no barato, eso sí–. Hay barras de tapeo, cafés, fonditas, cebicherías y hasta contento de tanto vino tinto puedes salir.
En la Ciudad de México se tiene registro de que existen 329 mercados públicos. Cada colonia tiene su mercadito de confianza y todos son tan diferentes que terminan siendo únicos. El de San Juan no es el mercado más grande ni el más viejo ni el más exótico de la ciudad pero sí ha sabido distinguirse del resto. Además, este mes el mercado cumplió 63 años de vida.
Para que sepas qué y dónde está rico comer en el Mercado de San Juan, armamos una ruta. Aquí nuestras recomendaciones.

Recorre el Mercado de San Juan con hambre

Don Ricardo dice que su puesto es un spot de street food, pues puedes ver cómo preparan lo que te vas a comer. Aquí comes lo que en la pescadería El Puerto de Alvarado se vende fresco. La pescadería de don Ricardo ofrece ceviches, aguachiles, cocteles, tostadas de ostiones, almejas, caracol, camarón, pescados varios… Comer aquí es casi como comer en La Viga: hay cosas muy frescas, otras no tanto, pero si tienes buen ojo podrás distinguir lo que lleva menos tiempo fuera del mar.
Lo que está padre del Mercado de San Juan es plantarte en uno de sus puestos de charcutería y pedir una degustación de quesitos, carnitas frías y jamones ibéricos deliciosos. Depende del local, pero casi todos te sirven una copita de vino de cortesía mientras pruebas. Eso sí, no se vale probar y no comprar. Aquí se viene a gastar. También puedes pedir una bocata (tipo torta hecha en baguette) o un platón de tapas. El más famoso de estos locales es La Jersey pero nosotros te recomendamos Baltasar. Aquí hay, en su mayoría, productos españoles: embutidos, quesos, fiambres y abarrotes; aunque también encuentras alimentos franceses, suizos, canadienses… El negocio es atendido por don Antonio y su especialidad es la baguette la especial Baltasar ($110) que lleva jamón serrano, chorizo salamanca, queso holandés. Deli.
Ahora: un cafecito. Triana es lugar favorito de muchos locatarios y vecinos del Centro para echarse un café de media mañana o media tarde y, además, ha sido varias veces laureado por chefs mundialmente reconocidos; por ejemplo los hermanos Roca, Enrique Olvera, René Redzepi, Carlos Gayán, entre otros. No solo el café –traído de Coatepec, Veracruz– es bueno, sino la plática que siempre te dedicará don Pablo, el dueño, mientras prepara tu taza.
El Mercado de San Juan tiene las fondas clásicas que todo mercado tiene. Comerás rico, pero si quieres upgrade al típico menú ejecutivo, siéntate en una mesa de Lobo de Mar. Aquí hay platillos caseros españoles, desde paella hasta bocatas, ensaladas, sopas y montaditos. Una de sus especialidades es la paella salvaje, cocinada con espárragos, pimiento morrón, pancetta, chorizo de Pamplona, butifarra, jamón serrano, lomo ibérico y arroz salvaje crujiente. Es algo poco común en los mercados chilangos.
El chef Luis Valle abrió este local hace poco con la firme intención de servir pescados y mariscos ricos, tanto que nos hicieran volver y volver y voooooolveeeer a sus brazos otra vez. Lo logró. Él viene de familia de pescadores, así que desde pequeño aprendió a cocinar los callos de hacha, los ostiones, los langostinos y demás productos de mar con recetas sencillas pero contundentes. Todos sus productos vienen de Sinaloa y las recetas, de su familia. Hasta ahora ha sido un éxito; lo único malo es que solo abre los fines de semana y siempre hay fila de gente esperando a echarse un aguachile picosito par curar la cruda. Ve temprano y ve con paciencia, valdrá la pena.
Los Coyotes es el restaurante de la carnicería más exóticas del Mercado de San Juan. Aquí puedes comprar las carnes exóticas ya convertidas en deliciosos platillos.Tienen hamburguesas de león, búfalo y jabalí ($150); parrilladas ($320) y tacos de carnes exóticas ($100) —león, búfalo, jabalí, cocodrilo, avestruz, armadillo, zorrillo— tostadas de salpicón de venado y ceviche de cocodrilo($60).